El alojamiento de espéctaculo y acojedor. Te puedes pasar las horas muertas en el jacuzzi o prepararte una barbacoa fuera, con unas vistas que invitan a la relajación y con total intimidad.
Los dueños, muy majos, pero majos de verdad, atentos y muy simpáticos, de hecho, nos quitaron de un apuro bastante gordo. Se nos estropeó el coche nada mas llegar (a una hora bastante indecente, hay que decirlo) y Herminia nos recibio con palabras de ánimo y tranquilidad, ella y su familia, muy amablemente nos acercó al alojamiento. A la mañana siguiente su marido se personó a primera hora para ayudarnos, y después de casi 5 horas a nuestro lado, aguantando estoicamente, bromeando y sin perder la sonrisa, consiguió repararnos el coche.
Un sitio inolvidable, y gracias a ellos una experiencia con final feliz que contar a nuestros allegados sobre un ricón de encanto y unas muy buenas personas.
Algún día volveremos, seguro.